Capítulo 464
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Adela observó como él subía las escaleras y no pudo evitar susurrarle a Ariana: “Mira a Sergio, ni un nuto puede estar sin ver a Glo.”
Ariana sonrió, pensando que quizás eso era lo que significaba querer a alguien: tenerlo en el corazón y preocuparse tanto. Luego, míró de reojo a Óscar, quien estaba absorto en su teléfono, probablemente hablando con Lala. Laia tampoco había bajado aún. ¿Estaría Óscar igual de preocupado? Ariana reflexionó en silencio.
El almuerzo estuvo listo rápidamente. Adela y Ariana ayudaron a servir los platos y a preparar la mesa
Una larga mesa estaba dispuesta bajo el cielo abierto, como si estuvieran de campamento. Mientras todos se ocupaban en llevar los platos afuera, Miguel y Rebeca, la pareja mayor, regresaron de su paseo y no paraban de recomendar a todos que visitaran la orilla del lago, destacando tranquilidad y la opción de pasear en bote, despertando la curiosidad de todos.
A las 12, todos bajaron a comer. Más de una docena de personas se sentaron alrededor de la larga mesa, llena de platos cocinados con esmero. Simón, levantando su copa llena de jugo de naranja, brindó: “Gracias a la cuñada, a la compañera Camila, y a los hermanos Dani y Gerard por prepararnos este almuerzo. ¡Salud!”
“¡Salud! Gracias, a brindar,” respondieron todos, elevando sus copas de jugo de naranja, de sandía, cola planes para là tarde.
O
Sprite. Nadie bebía alcohol pues tenían
Leonardo y Noelia, no muy acostumbrados a tales banquetes, se sirvieron generosas porciones de arroz con caldo de pollo. El uso de ingredientes frescos hacía que cualquier plato sencillo fuera delicioso. Rebeca, disfrutando de los platos locales, incluso sugirió comprar una casa allí y le dijo a Gerard: “Hijo, ¿por qué no pides un traslado a San Bernat? Podríamos traer a los abuelos también.”
Gerard miró a Miguel con una expresión que claramente decía: “Controla a tu esposa,” Miguel, sin poder evitar sonrojarse, simplemente bajó la cabeza y siguió comiendo, fingiendo no haber escuchado la petición de su hijo.
Después de la comida, con el estómago lleno, Daniel anunció que la cena sería un asado de cordero con barbacoa, lo que entusiasmó a los hombres y niños, aunque las mujeres se lamentaban por la imposibilidad de seguir una dieta frente a tales tentaciones.
Por la tarde, el grupo se dividió: la familia de Sofía fue a rendir homenaje a su abuelo, mientras que el resto, guiado por Daniel, se dirigió a una famosa atracción de rafting. Después del almuerzo, cada quien siguió con sus planes.
Sofía, junto con Rafael, Leonardo, Noelia, Miguel, Rebeca y Gerard, regresó al pueblo para visitar la casa ancestral. A pesar de que una tía vecina la mantenía limpia, la casa despedía un leve olor a humedad por el poco uso. Sin embargo, a nadie pareció importarle. Miguel y Rebeca, al entrar por primera vez en el hogar donde creció su hija, no pudieron evitar emocionarse al pensar en las dificultades que ella debió enfrentar desde pequeña, desarrollando habilidades para hacer frente a cualquier situación. Miguel se mantuvo al lado de Rebeca, compartiendo un silencio cargado de nostalgia.
Gerard entendía sus sentimientos. Criado en la abundancia, aunque bajo la filosofía de una educación austera, nunca le faltó nada, incluso disponía de dinero para sus gastos. Reflexionaba sobre lo distinto que había sido para su hermana, quien, a pesar de su excelencia académica, tuvo que renunciar a la universidad por problemas económicos, una situación que sin duda dejó un profundo pesar.
Capítulo 465