El empresario del corazon roto

Chapter 58: Dies Irae



Chapter 58: Dies Irae

[Quentin]

(La mañana siguiente)

—Quentin yo te sugiero que no lo hagas así.— Me ruega Isabel mientras yo me bajo del auto para

entrar al edificio donde vive mi hermana.

—No, ya esperé al otro día tal y como me dijiste, no puedo esperar más, él se pude ir o se puede salir

con la suya y no lo puedo permitir.— Expreso enojado.

—Quentin, te lo pido.— Me dice ella mientras me toma la mano.— Piensa.

—Isabel ¡Cómo quieres que reaccione! Creo que ambos leímos lo mismo ¿qué no? Así que tienes dos

opciones, o vienes conmigo o esperas abajo, no hay de otra.

—Voy contigo.— responde de inmediato y me toma fuerte de la mano.— Siempre contigo.

—Bien.— Digo y vuelvo a retomar mi camino hacia el elevador.

Cuando se abre las puertas de éste, caminamos lo más rápido que podemos hacia la puerta del piso

de mi hermana donde tocó el timbre con la rabia que me corre por las venas.

—Monsi…— Trata de decirme el mayordomo pero yo no le hago caso y entro al piso seguido de

Isabel.

—¡Quentin! — Expresa mi hermana que se encuentra en el comedor mientras el Dies Irae del

Requiem de Mozart suena a todo volumen en el lugar — ¿Qué haces aquí?

—¡Cómo te atreves! ¡Cómo te atreves maldito traidor! — Le grito a Vincent que inmediatamente se

pone de pie al sentir mi cuerpo venir hacia él y darle un enorme golpe sobre el rostro.

—¡Quentin! — Grita Jacqueline asustada.

No puedo evitarlo, podría en este momento matarlo a golpes si no es porque veo el rostro de mi

sobrina asustada.

—¡Llévate a la niña! — Escucho a Isabel que le grita a mi hermana y ella inmediatamente toma a Lea

de los hombros y se la lleva lejos de ahí.

Me pongo de pie y lo tomo del cuello de la camisa.— ¡Quentin ya! — Me grita Isabel, pero estoy Property © of NôvelDrama.Org.

cegado por todo, la desilusión, el enojo, la traición y la rabia. Si no fuera porque la mujer que amo me

dijo que me tranquilizara y no viniera a matarlo a golpes desde ayer por la noche Vincent ya estuviera

muerto por mis puños.

Lo recargó contra la pared y él me da una patada en el estómago sacándome el aire y haciendo que

me arrodille y caiga frente a él, después me da un rodillazo en la nariz tirándome al suelo, para

comenzar a patearme.

—¡Vincent ya! — Escucho a Isabel.

Acto seguido ella corre hacia él y trata de defenderme pero él la toma del cabello y la lleva hacia uno

de los muebles lejos de mi.

—¡Te dije que te quedaras callada! — Me dice con furia.— Pero claro Isabel Osher tenía que arruinarlo

todo ¡Todo!

—¡Suéltame! — Grita ella.

—¡Qué está pasando aquí! ¿Cómo se atreven los dos el llegar así a mi casa? — Comenta Jacquline

mientras yo me levanto poco a poco y siento como la nariz me sangra— ¡Explíquenme! ¡Ya!

—¡Tu esposo es un traidor! — Expreso sin más.— Un maldito psicópata un ¡Homicida!

—¿De qué estás hablando? — Pregunta mi hermana.

Saco de mi abrigo el diario que encontramos de Nadine y se enseño.

—¿Sabías de esto? ¡Sabías de esto! — Y Vincent se encuentra todavía con Isabel tomada por el

cuello protegiendose.

—Estas loco Quentin… me las pagarás muy caro todo lo que estás haciendo.

—¡pagarte! ¡Ya lo hice! Te las pegué todas pero es hora de que tú lo hagas… malditos ambos ¡Tú y

Nadine! Espero se pudran en el infierno, porque se llevaron a mis hijos, porque tu estúpido plan que

nunca se llevó a cabo, pero si a mis hijos.

—¡Basta! — Grita mi hermana —¿Qué está diciendo?— Pregunta ella a Vincent quien sin poder decir

más comienza a reírse como idiota. Su risa es cruel y macabra que hiela los huesos.

—¡Ay mi amor Nadine! Como siempre escribiendo diarios, le decía desde que éramos adolescentes,

no lo hagas, un día eso te puede perjudicar, lo bueno es que ya está muerta, porque tú la mataste.

—¡Yo no la maté! Pero ustedes si pretendían matarme ¡cierto! ¡Cierto!

—Esta bien, lo quieres saber.. te lo diré. Sí, Nadine y yo éramos amantes, nos acostábamos en tu

cama mientras tú te ibas a la oficina, me la follaba todos los días y decía mi nombre una y otra vez

mientras el bueno de Quentin trabajaba noche y día para darle todo lo que se merecía, pero ella, no te

quería a ti, me quería a mi y cuando murió se fue con ese último pensamiento.

Vincent aprieta un poco más el cuello de Isabel. Juntos están pegadas a una de las cajoneras sin que

ella pueda escaparse de él ya que está acorralada.

—¡Qué! — Escucho la voz de mi hermana que no puede creerlo—¿Qué estas diciendo?

—Lo que escuchas mi vida, tu cuñada fina y perfecta, era mucho mejor en la cama que tú, me llenaba,

me complementaba mientras tú llena de complejos jamás me complacías.

—Y ¿Por eso planeabas matarme? — Pregunto con rabia— ¡Para poder acostarte libremente con mi

mujer!

—¡Ja! No, claro que no, llevábamos años teniendo sexo ¿crees que te mataría para eso? No socio,

vales millones y millones y millones… y Nadine pretendía quedarse con esos millones porque bueno,

el romántico de Quentin se casó por bienes mancomunados, así que dijimos ¿Por qué no? No nos

caerían mal unas vacaciones en las Bahamas hospicianas por el muertito.— Confesó dejando a todos

en silencio.

Mi hermana llora desconsolada mientras Isabel no me quitaba la vista de encima mientras Vincent la

tenía entre sus brazos.

—¿Sabes? Ahora que lo pienso no es la primera vez que compartimos a una mujer.— Se burla y sin

decir más Forza a Isabel y le da un beso sobre los labios.

—¡Suéltala! — Grito.

—No sé porque estás molesto conmigo, después de todo te di a una mujer como Isabel, pude

haberme quedado con ella pero te la di, te la regalé, sin querer.

—No te desvíes del tema, dile a mi hermana como planeaste mi accidente.

—¡Bien! Pero vamos a hacer esto más de suspenso ¿no?— y abre el cajón de la cajonera y saca un

arma que apunta a Isabel.

—¡Vincent! — Grita mi hermana.

Acerca más a Isabel que cierra los ojos al sentir el cañón rozando sus pechos.

Trato de acerarme pero él lanza un disparo hacia a mi que siento me roza el pie de inmediato.

— ¡Ups! — Dice.— Parece que sí está armada.

—¡Suelta a Isabel! — Le pido— ¡Ella no tiene nada que ver!

—¡Tiene todo que ver! ¡Todo! Arruinó mis planes, arruinó todo… ¡Maldita la hora en que le contestaste

el teléfono! ¡¿Por qué no la ignoraste como a todo?! ¡Eh! ¡EH!— Grita y apunta a Isabel con el arma en

la cabeza.

—Vincent, no cometas otra tontería.— Le pido tranquilo.

—Te voy a contar Isabel como íbamos a mata a Quentin Valois ¿Te parece? — Y roza el cañón en su

rostro.— Te contaré como es que nos íbamos a quedar con su dinero y seríamos la familia que tanto

deseábamos… ¿Quieres escuchar? ¡Presten todos atención! — Grita enloquecido mientras agita el

arma y luego nos apunta —¡Acérquense! ¡Acérquense! A ver el milagro qué sucedió.

—¡Déjate de rodeos y dime!

— Todos íbamos a pasar una Navidad muy triste Quentin, porque te íbamos a extrañar, pero ¿sabes

Isabel? A tu novio se le ocurrió ser el buen hombre de siempre y en lugar de subirse con el chofer en

el carro decidió manejarlo él y llevar a la familia…quería ser el padre ideal, seguro regresar a los viejos

tiempos ya sabes, siempre tan especial. Sin embargo, te diré un pequeño secreto, ese carro no tenía

frenos y él no lo sabía… pero sabes quién más no lo sabía, Nadine.

Todos abrimos los ojos asombrados al saber que ella había caído en la propia trampa de su amante.

—Pero el diario decía que me planeaba matarme, que sería antes de que terminara el año.—

Interrumpo.

—Sí, pero ella no sabía como, no encontrábamos el como… se nos ocurrieron miles de cosas, caída

del caballo, envenenamiento.. ¡Uff! Pasábamos horas pensando cómo lo haríamos, pero no lo

encontrábamos , era muy arriesgado, así que a mi se me ocurrió el auto. Antes tú te ibas con el chofer

en un auto ¿no? Pues así debió haber pasado…— De pronto a Vincent se le comienza a quebrar la

voz.

— Pero esa vez yo les pedí que se fueran conmigo.— Agrego.

—Así es… ¡Debiste morir con el chofer! ¡Pero no! ¡No! Y ¡No! Quentin Valois quiso llevarse a todos y

cuando vino el camión, que por cierto yo contraté para que hiciera eso, frenó pero no pudo… y ¡Voilá!

Murieron todos.— Y comienza a reír con lágrimas.— Todos menos él.— Y sigue riéndose.— ¡Qué

ironía! No lo podía creer.— llora.— Pero a mi se me olvidó mencionarle que no se subiera al auto de

Quentin… a mí ¡A mí!

Isabel trata de escaparse pero él la toma con fuerza y la obliga a regresar a su lugar.— No, no, no, no

te vayas… que esto todavía no termina. Este es mi momento de terminar todo ¿sabes? Tú ahora lo

eres todo… Isabel. Porque te diré una cosa, si Nadine me hubiera dicho que iba en el auto de Quentin

juro que no hubiera seguido con el plan.

—Mataste a mi hijos.— Murmuro entre lágrimas.

—No, tú los mataste ¡Tú! Por tu necedad ¡Por tus idioteces!

—Quentin, aún así hubieran muerto.— Me dice Isabel firme.— Hubieran ido atrás en el otro auto,

hubieran muerto ¿recuerdas? — Y sé que lo dice para que la culpa no quede en mi.

—¿Qué tiene que ver Isabel en todo esto? — Pregunto.

—Nada, y todo… nada porque sólo era una piedrita que me quería quitar del zapato, daba buenas

folladas cuando iba a España a visitarla, pero la muy idiota se enamoró de mi y me estorbaba, así que

pensé que si le daba tu teléfono la ignorarías como siempre y hasta ahí quedaba… le robé las recetas

sí, pero fue por pura diversión, soy un hombre de negocios y vi una oportunidad para ello… por cierto

Isa “La croix” es un éxito, gracias.

—Puedes quedártelo, pero déjame ir.— Pide ella.

—No, no es tan fácil.

—¡Me engañaste!— Grita por fin mi hermana.— ¡Eres un asesino! ¡Un infiel homicida!

—No, no te fui infiel porque jamás te amé, incluso me casé contigo para estar cerca de Nadine. En fin,

ahora en ¿qué estábamos? ¡Ah si! Lo eres todo Isabel…— Vincent carga la pistola y la pone en la cien

de Isabel, ella cierra los ojos mientras las lágrimas corren por sus mejillas.— Hoy es el día de las

elecciones para Quentin Valois y veremos a quién va a escoger… ¿A quien matamos a tu hermana o a

tu novia?

—Vincent, tómatela tranquila ¿quieres? Esto es entre tú y yo.

—No, no, no.. ya no es entre nosotros dos, mataste a Nadine, y yo con lo bueno que soy te daré la

oportunidad para que salves a una, pero no a las dos ¿Eh? Y para qué veas qué es en serio.

En eso Vincent lanza un disparo a la pierna de Isabel.

—¡Ahhhh! — Grita de dolor.

—¡Déjala! — Vuelvo a gritar acercándome a él y otro disparo sale del arma.

—¡No! ¡Así no es el juego! ¡Escoge! Tu hermana o tu novia… ¡Escoge ya!

Entonces Isabel con las fuerzas que le quedan le da un golpe sobre el rostro haciendo que se haga

para atrás mientras se toma la nariz ya sensible por los golpes.

—¡Maldita zorra! — Grita con dolor e Isabel se aleja de él cojeando mientras yo corro hacia él para

evitar que haga algo.

—¡Quentin no! — Grita Isabel y de pronto un disparo nos aturde a los dos.


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