El despertar del Dragón

Capítulo 2431



Capítulo 2431

Cásate pronto

En el momento en que Jaime salió de la habitación, se encontró con Casio, que se dirigía a ver cómo estaba Jaime. Casio se emocionó al ver a Jaime de pie.

—¡Se ha despertado, señor Casas! —exclamó Casio.

—Sí... —Jaime asintió. Belongs © to NôvelDrama.Org.

Mientras Jaime hablaba con Casio, no dejaba de mirar en dirección a la habitación.

«¡Evangelina está desnuda en la habitación! ¡Sería tan vergonzoso si el Gran Anciano se enterara de lo que había pasado!».

Segundos después, Evangelina salió de la habitación. Sorprendentemente, Casio sonrió al verla sonrojada y sin vestirse.

Jaime quiso explicarse cuando vio sonreír a Casio. Sin embargo, cambió de idea porque sabía que sólo empeoraría las cosas si daba una explicación. Así que decidió dejar las cosas como estaban.

—¿Sigue la batalla, Gran Anciano? —preguntó Jaime.

—Sí, pero hoy es el último día, así que sólo quedan los luchadores expertos. Señor Casas, quizá no debería luchar más. Después de todo, acaba de despertarse —sugirió Casio.

«Considerando el estado actual del señor Casas, puede que esté demasiado débil para enfrentarse a sus oponentes. Después de todo, los que quedan son todos cultivadores increíbles».

—Sólo quiero ir a ver cómo están las cosas. No voy a competir. —Jaime sonrió y siguió a Casio a la sede.

En ese momento, quedaba muy poca gente en el lugar porque los cultivadores que habían caído no estaban dispuestos a ver competir a otros.

Al final, sólo quedaban diez personas compitiendo entre sí.

Jaime echó un vistazo a los concursantes y notó que aparte de los cinco primeros individuos en la Clasificación de Honor Supremo, Kerem, Cleo y Hada aún quedaban en el lugar.

—¡Hola, Jaime! —Al ver que Jaime se había despertado, Hada concedió su batalla en la arena saltando en el aire y aterrizando ante Jaime.

—¡Estás despierto, Jaime! No esperaba que recuperaras la consciencia tan rápido —Hada estaba exultante.

—Estabas en la batalla, ¿no? ¿Por qué abandonaste la arena? —preguntó Jaime desconcertado.

«Ya está en las últimas fases de la competición. A estas alturas, ¿no es cada victoria muy importante para sus respectivos reinos secretos?».

—No te preocupes. No me importa perder —Hada respondió con indiferencia.

Hada no había infringido las reglas porque ya se había rendido cuando abandonó la arena.

En la plataforma, Quirino le dijo de repente a Santiago, el señor del Palacio de la Nube Violeta:

—Santiago, parece que tu hija ha puesto los ojos en Jaime.

—¡Ja! Tiene que casarse tarde o temprano. —Santiago rio entre dientes y desvió la mirada hacia Bosco, el señor del Castillo de la Media Luna.

Hada y Cleo eran ambos de la Puerta del Trueno, y no sólo eran novios desde la infancia, sino que sus familias también los estaban emparejando.

Sin embargo, durante la Conferencia del Reino Secreto, Santiago se dio cuenta de la admiración de Hada por Jaime.

Al mismo tiempo, Santiago también se aficiono a Jaime al ver el aura dominante que este desprendía cuando mato a Viento Sombrío.

A Santiago le gustaba el hecho de que, aunque Jaime no era muy fuerte, el joven tenía un potencial infinito.

—Aunque el nivel de cultivo de Jaime no es alto, la fuerza y resistencia que ha demostrado son inauditas. Además, logró recuperarse por completo en pocos días. ¿No es increíble? —Viento Neblineo estaba cantando las alabanzas de Jaime.

Teniendo en cuenta que Jaime acababa de asesinar a Viento Sombrío, el aprendiz de Viento Neblineo, hacía unos días, era extraño escuchar a Viento Neblineo alabar a Jaime.

Sin embargo, Viento Neblineo tenía sus razones para hacerlo. Esperaba que los demás empezaran a vigilar a Jaime. Jaime no sólo tenía un cuerpo fuerte, sino que también poseía múltiples objetos mágicos. Viento Neblineo creía que los demás estaban muy intrigados por Jaime.

«Si Jaime se convierte en el sujeto de investigación de todos, ¡pronto se convertirá en una rata de laboratorio y perderá el control de su vida!».

—El cuerpo de Jaime es en verdad misterioso... —pronunció Quirino mientras entrecerraba los ojos.


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