!Canalla ¿Satisfecho con mi muerte?

Capítulo 188



Capítulo 188

Por un momento, me senti confundida.

“Kent, ¿estás herido? ¿Quién te ha hecho esto?”

“Arruinaron el pastelito que te había traido…”

De repente, una memoria ajena brotó en mi mente. En ella, una niña se agachaba junto a un niño, preguntándole por qué estaba herido.

El chico sostenia un pastelito destrozado, con los ojos a punto de llenarse de lágrimas.

La niña, vestida con un vestido rojo, tomó un pedazo del maltrecho pastelito y dio un mordisco. “Qué dulce.” Sentique mi dolor de cabeza iba a explotar, levanté la mano y me toque la cabeza, pero ese extraño recuerdo no podía desaparecer.

¿Qué era eso?

*Señora, deberia comer algo.” La empleada llamó desde la puerta con voz suave.

Mis pensamientos se centraron de nuevo y sali de la habitación. “¿Dónde está Osvaldo?”

La empleada miró a su alrededor y habló en susurros. “El joven… no sé dónde ha ido.”

Frunci el ceño, ¿cómo que no sabia dónde estaba?

“Señora, no llevo mucho aqui, quizás debería preguntarle a Fidela, ella ha estado con la familia Linares por más tiempo.”

Asenti sin querer complicarle la vida a la chica y bajé las escaleras.

Desde el incidente de Federico y el derrame cerebral de Felipe, la familia Linares habia cambiado por completo. Los empleados de antes ya no estaban, solo quedaba Fidela, que manejaba la cocina. El resto había sido despedido.

“Fidela, ¿dónde está Osvaldo?” Estaba un poco preocupada por Kent, temiendo haberlo lastimado con mi impaciencia.

“Señora, el joven maestro estará fuera por un tiempo en esta época todos los años. Me pidió que le dijera que descansara bien y comiera bien” Osvaldo se habia ido y no estaba en la familia Linares.

Aun así, estaba preocupada, no lo notaba estable emocionalmente. C0ntent © 2024 (N/ô)velDrama.Org.

¿No dijo a dónde iba?” pregunté.

Fidela negó con la cabeza. “No nos atrevemos a preguntar a dónde va el joven.”

Después de picar algo sin apetito, sali de la casa.

En el camino a mi destino, no podía dejar de pensar en aquel fragmento de memoria que habia surgido de la nada: la niña con el vestido rojo, el chico con el pastelito…

“Nayri…”

“Nayri.”

El rostro del chico era borroso, solo recordaba que tenia una herida en la comisura de los labios.

Desesperadamente, intenté recordar la cara del chico con claridad.

La boca, la nariz, los ojos…

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Capitulo 188

De repente me enderecé, sintiendo mi respiración entrecortada.

Kent.

¿Por qué estaba pensando en el rostro de Kent?

El joven mestizo, con sus ojos claros y puros.

“Señora, hemos llegado.” El conductor detuvo el coche y me informó que habíamos llegado a nuestro destino.

Cuando recuperé el sentido, me bajé del auto y miré el callejón en ruinas, con basura por todas partes y un callejón apestoso.

Este era el último ‘barrio pobre‘ de Monte Azur y una zona de demolición no desarrollada.

Mucha gente sin hogar se reunia aqui, era un lugar donde se mezclaban toda clase de personas.

Fui a ver a Tiara, la hermana de Omar.

Esa mujer con problemas mentales que aun así había sido acusada de contratar a un asesino.

Subi las escaleras sucias hasta el tercer piso, donde la basura se esparcia por el pasillo.

“Maldita sea, para lo que vales, doscientos es demasiado.”

Desde el antiguo pasillo, se escuchaban gritos y llantos que cualquiera identificaria al instante.

Frente a la puerta 306, un hombre salió abrochándose los pantalones, maldecía a viva voz con la vileza al limite.

El hombre me miraba y me examinó de arriba abajo. “Vaya, no sabia que había chicas tan bonitas por aqui.”

Le lancé una mirada de advertencia. “Si no quieres que llame a la policia, mejor vete.”

El hombre soltó una maldición y se marchó sin insistir.

La habitación estaba oscura. Una mujer con la piel brillante pero con una expresión ausente estaba sentada en la cama, su rostro y boca llenos de moretones.

Examiné la habitación con atención y mi vista se detuvo en una foto colgada en el lugar más prominente de la pared. Mi sangre se heló.

En la foto, había tres jóvenes.

La chica en el centro con un vestido rojo era yo, de unos diecisiete o dieciocho años.

A mi derecha estaba Kent, alto y distante, evitando a propósito la cámara, y a la izquierda, un chico con cara de disgusto: Omar.

Esa foto nunca la había visto cuando busqué información sobre el orfanato.


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