!Canalla ¿Satisfecho con mi muerte?

Capítulo 164



Capitulo 164

“Señor Hierro“, el conductor miró nervioso hacia atrás, hacia Renán,

Él no dijo nada, solo soltó una risa repentina: “Vámonos“.

“Si esa señorita Ainara difunde la grabación, el conductor estaba preocupado de que la reputación de Renán se viera afectada.

“Ella no se atrevera“, el parecia bastante seguro. “Tengo mis maneras de hacer que ella misma venga a rogarme“.

Escondida detrás de la puerta, suspiré aliviada al ver que él se marchaba, Ese hombre, dispuesto a todo para conseguir lo que queria, esa vez me salve por un pelo, pero la próxima quizás no tendria tanta suerte. Supongo que solo descubrió la conexión entre Alnara y los niños de la calle, pero aún no tiene pruebas concretas que la vinculen con el asesino. Respiré hondo, sintiendo un dolor de cabeza, ¿qué relación existia entre ella y el asesino? Ella cuidaba y ayudaba a esos niños de la calle, seria para incitarlos a matar? ¿Ella era tan temible?

En la reunión de excompañeros, pude ver que ella era una mujer de carácter timido, inseguro, que se dejaba manipular por los demás, ¿será que el ser tan pisoteada y humillada desató algún mal en su interior?

Mi corazón no dejaba de inquietarse; temía que, si seguia investigando y las pruebas apuntaran hacia Ainara, acabaria en la cárcel, aunque fuera inocente. Pero en verdad, no quiero terminar encerrada antes de encontrar al verdadero asesino.

“Nayri“, al entrar a la sala, me encontré con Kent. Parecía ansioso, seguramente se había despertado y no me habia visto junto a él

“Estoy aqui“, intenté calmarlo rápidamente.

Kent se acercó de un salto, abrazándome con fuerza: “Pensé que ya no me querías“, temblaba y su voz también temblaba. Cada dia parecia vivir entre el miedo y el pánico.

*Tenemos que resolver esto, Felipe ya no puede decidir y nosotros también necesitamos comer, ¿por qué nos cortan el suministro?“.

“Exacto, ¿qué derecho tiene ese loco para cortar el dinero que la familia Linares nos da?“.

La sala era un caos, con la gente gritando, fue entonces cuando me di cuenta de que la gente de la familia. Linares habia vuelto a armar alboroto. Esta vez no era Braulio quien lideraba la reunión, sino otros parientes de la familia, exigiendo su subsidio mensual.

Había escuchado a Nicanor decir que, cuando Felipe estaba bien, les daba una ayuda economica mensual, dependiendo de qué tan cercanos fueran. Pero, con Felipe enfermo, ¿Kent les habia cortado esa ayuda? No era de extrañar que vinieran a protestar.

Confundida, lo miré: “¿Les cortaste la ayuda económica?“.

Kent asintió, inocente: “¿Por qué debería dárselas? Prefiero mantener un perro que a ellos“.

Respiré profundo, queriendo felicitarlo por su decisión; un perro al menos te defiende. Pero, esa gente solo sabia chupar la sangre. Además, las buenas acciones se olvidaban y las malas se recordaban, la familia Linares no tenia ninguna obligación de mantener a esos parásitos, y después de tantos años cuidándolos, solo consiguieron criar a unos desagradecidos.

“Te lo advierto, Osvaldo, no reconocemos que seas de la familia Linares, tú, un loco, mejor lárgate de la familia Linares y devuélvenos lo que nos debes, o no nos iremos sin pelear“, la que hablaba era una mujer mayor, bastante agresiva, parecia ser una prima lejana de Felipe.Belonging © NôvelDram/a.Org.

“Asi es, ya no podemos sobrevivir, debes damos el dinero,

“Dame el dinero, si no, me mato, los demás también empezaron a hacer alboroto,

Osvaldo se paro frente a mi, mirando con indiferencia a la multitud: “Si pueden vivir, vivan, si no, mueran“,

Los revoltosos se quedaron boquiabiertos, mirando a Kent con ganas de explotar, pero la presencia de él era tan imponente, que con esa apariencia de locura homicida daba miedo.

“Malditos que no se mueren, como gusanos que salen de vez en cuando solo para molestar, no pueden morirse tranquilos? ¿Acaso necesitan que yo les ayude?“, Kent inclinó la cabeza, con una mirada fria indicandole a Nicanor que cerrara la puerta.

Esa sensación era como si al cerrar la puerta, el fuera a empezar a matar. Incluso yo traqué sativa, medio asustada; no iba a matar a alguien de verdad, ¿verdad?


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